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LA ÚLTIMA ENTREVISTA DE EVA EKVALL.


La última entrevista de Eva Ekvall: El cáncer fue un compañero que me ayudó a vivir distinto

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17 de diciembre de 2011-  Reproducimos la última entrevista concedida a 6to Poder en donde Eva desnudó sus más íntimas respuesta y confesó como una enfermedad tan mortal la ayudó a sobrevivir, seguir adelante y ver el mundo desde un punto de vista distinto
Eva Ekvall fundó la columna Dame tu PIN en 6to Poder.
En el año 2000, cuando a esta espigada joven de 1,80 mts de estatura -de padre estadounidense y madre jamaiquina- le colocaban la máxima corona de la belleza venezolana, en América Latina, unas 90 mil mujeres eran diagnosticadas de cáncer de mama, según cifras de la Organización Panamericana de la Salud. Nunca imaginaría Eva que diez años después, sería ella mis ma parte de esa temible estadística.
En Venezuela, los números son asombrosos. Según datos del Ministerio de Salud y Desarrollo Social, cada día se diagnostican nueve casos de cáncer de mama en mujeres. Por cada 100 de ellas, solo dos hombres llegan a registrar ese crecimiento anormal y desordenado de las células en el tejido mamario. Pero en el año que acaba de finalizar, Eva Ekvall entró y salió de esa estadística; firme y decidida, como dice su propio padre Eric Ekvall: “Enfrentó su cáncer con una seguridad inquebrantable de que iba a ganarle la partida. Esa fue su salvación”.

Todo comenzó en febrero y terminó en octubre de 2010. “Fueron ocho meses de mi vida dedicados a sobrevivir y a difundir información sobre esta enfermedad, de la mano de Senos Ayuda, organización que me alertó acerca de la ignorancia y el tabú que hay en torno al cáncer de mama. Hoy puedo dar fe de que con un diagnóstico precoz, esta enfermedad pasa, y la fuerza y el amor se quedan”, dice satisfecha.
La vida de Eva está llena de paradojas: su figura siempre le preocupó poco; nunca se sintió orgullosa de sus piernas y su buena estatura más bien le hacía sentir torpe y “patuleca”. Así que entre sus prioridades aparecía primero una buena cabeza que unas piernas bonitas. Sin embargo, fue pre cisamente su estampa de Miss la que le abrió las puertas de un nuevo trabajo, cuando la despidieron de la tienda de ropa femenina ultra-chic donde trabajaba, en el Centro Comercial Sambil. Su meta más inmediata en ese momento era comprarse un carro. “Me botaron porque no vendía casi nada –dice- es que me daba hasta pena decir los precios de lo caro que era todo”, recuerda franca y directa, como es característico en ella. En ese momento, recurrió a la tarjeta que un asiduo visitante de la boutique le ha bía dado, recomendándole que se hiciera modelo. Y allá se presentó: directo del Sambil a la agencia de modelaje, sin saber que terminaría el día frente al mismísimo Osmel Souza y una banda de Miss Apure encima, cosa que ella asumió con un poco de displicencia, y en su fuero interno, solo como una nueva oportunidad de lograr te ner su carro.
- ¿Cambiaron tus valores personales a raíz de tu enfermedad?
- No sé si mis valores, pero sí mi capacidad de entender que la vida es aquí y ahora. El antojo que tengo de comerme el mundo se lo agradezco al cáncer. Es una sensación de no querer perder el tiempo, de escoger mejor a la gente que te rodea, saber que el futuro lo es tás creando en este momento.
Entró al certamen una de las últimas del grupo; se propuso ganar y lo logró. Se convirtió en la primera Miss Venezuela del milenio. El carro que quería llegó en forma de una Kia Spor tage descapotable, uno de los premios que otorga el concurso a la ganadora. “Solo puedo decir que esa parte de mi pasado me trajo hasta aquí. Diez años más tarde hago lo que hago, y la gente conoce mi nombre gracias a ese concurso que en nada se parece a mí”, dice sin ambages.
Luego, cuando las circunstancias le colocaron esta vez una corona de espinas, acusó el golpe; se llenó de fuerza, peleó y volvió a ganar. “Eva no ha abandonado su sarcasmo ni su acidez corrosiva -dice su entrañable amigo Leonardo Padrón en “Fuera de foco”, libro que Eva acaba de publicar-
Ahora, ganada la batalla, en su equi paje hay una entusiasta madurez; una refinación de su sensibilidad, y su inteligencia ganó densidad y propósito. Pero sobre todo, conquistó una certeza: la vida no tiene desperdicio”.
 ¿Crees en Dios? ¿En la vida después de la muerte?
- Nunca fui criada con una religión específica. Yo no sé si Dios existe, pero sí creo en la fe. Tengo fe en mí misma y en el poder y la responsabilidad que tengo como ser humano de superarme y de formar parte de algo mejor para la humanidad. Creo en mí, porque si no creo en mí no puedo creer en más na die. Cuando necesito fuerzas, las busco dentro de mí; a más nadie le corresponde ese trabajo; por lo menos así fui criada. En honor a mis antecesores judíos hice mi Bat-Mitzvah a los 12 años, pero fue porque había leído mucho acerca del Holocausto y sentí que debía honrarlos, aunque no me considero judía. Mi padre, de raíces suecas y húngaras, practicó el budismo por mucho tiempo y creo que es la religión que más sentido tiene. Cree en el karma y en la vida después de la muerte y para mí es interesante saber que todo lo que estoy viviendo es un aprendizaje que viene de muchas vidas y que esta creencia no se basa en miedo ni respeto; no me voy a encontrar con el diablo si me porto mal. Me voy a encontrar con las consecuencias de mis actos. Eso me parece poderosísimo y más realista.
A lo largo del proceso de tratamiento, que incluyó unas cinco sesiones de quimioterapia pre-operatoria y una Mastectomía bilateral, seguida de algunas sesiones de radioterapia, Eva mantuvo a sus familiares y allegados al tanto de todos los detalles; un poco para desahogarse; otro poco para retribuir tanto cariño y preocupación, y un algo para simplificarse la vida, y evitar echar el mismo cuento varias veces. evavaaestarfina@gmail.com, fue el correo que creó especialmente para eso; una suerte de bitácora de su enfermedad, que luego, y gracias a la lente del fotógrafo Roberto Mata y por sugerencia de su gran amiga y compañera de lucha Bolivia Bocaranda, tomó forma de un libro que hoy puede mostrar orgullosa.
- ¿Qué nueva misión te planteas con el libro “Fuera de Foco”?
- Roberto ya había comenzado a fotografiarme durante un rato, antes de saber para qué eran las fotos realmente. Simplemente nos pareció interesante documentar esta experiencia. No fue hasta luego de la operación cuando decidimos hacer de estas fotos un libro, y agregarle textos. Nunca tuvimos una misión específica; nunca imaginamos que podría ser tan conmovedor para tantas personas. Sólo quisimos hacer algo interesante, informativo y esperanzador. Así que nos acercamos a Santillana y les mostramos las fotos y los textos, y para nuestra sorpresa el libro estaba listo en tres meses. Ya se puede conseguir bajo el sello Aguilar en todas las librerías del país.
La noticia de su embarazo fue casi tan sorpresiva como la llegada del cáncer, seis meses después de nacida su pequeña hija Miranda. “No me cuidaba. Tenía ovarios poliquísticos, así que era muy poco probable el embarazo, pero sucedió”, recuerda. Luego, tres nódulos en uno de sus senos, y un ganglio inflamado que a la postre no le permitió la lactancia ni dormir recostada de ese lado tampoco, le avisaban que algo no andaba bien. “Durante el embarazo me creció todo. Engordé 22 kilos y tenía los pechos como unos melones. Sentí que iba a explotar. Creí que los bultos de mi mama izquierda eran glándulas mamarias llenas de leche. Eso explicaba el crecimiento acelerado con la cercanía del parto. Di a luz y me costó horrores amamantar. Dejé de hacerlo a los dos meses, y seguía postergando la visita al ginecólogo. Nunca imaginé que fuera cáncer. Tenía solo 26 años.
- ¿Cómo se logra convivir con semejante amenaza?
- Nunca vi el cáncer como un enemigo, sino como algo que me estuvo ayudando muchísimo a vivir mi vida de una manera distinta. Lo he visto como un compañero que me ha ayudado a aprender mi lección.
En el último año, Eva se aprendió casi de memoria todas las revistas Vanidades de los años 90; fueron largas e interminables las horas que debió pasar en distintas salas de espera de no pocos médicos especialistas. El amor de sus padres y de su incondicional esposo, John Fabio Bermúdez, le allanaban con creces un camino por momentos inciertos y por momentos esperanzador. El cariño de miles de personas que al conocer su caso le entregaban afecto en forma de estampitas religiosas, y hasta en recetas de pociones mágicas para la cura de su enfermedad, también le han llenado de valor y de ilusiones. “Nunca pensé que mi historia pudiera tocar tantos corazones que han querido apoyarme de cualquier manera. Eso lo agradeceré eternamente”.
 ¿Cómo se asume una lección tan dura siendo tan joven?
- Eso es parte de lo que tuve que aprender. El cáncer llega a cualquier edad. Cuando eres joven crees que tienes millones de años por delante, y de pronto te das cuenta de que en cierto modo has vivido tu vida mal. Yo estaba un poco perdida. Me sentía aburrida y apática. Era un poco cínica, como mi sentido del humor. Cuando supe que tenía cáncer comencé a ver todo como en HD, en alta definición. Ahora he comprendido que la actitud y la forma de ver la vida es la clave. Uno tiene que ser más positivo, y no tener miedo a ser cursi y a ser feliz.

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